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LA IMAGEN

Pictórica subordinada por su propia condición a una casi fatalidad de superficie, se nos presenta en los trabajos de Bonta con una variante muy interesante.  El artista «atrapa» la imagen dentro de la tela, no sobre ella y, sutilmente al exponérnosla, sugiere que estamos viendo sólo una parte de la obra, plasmada sobre un soporte leve que permite observarla a través del bastidor. Este planteo nos remite a un campo lúdico ente la ficción y la realidad. Pero no es tan ingenuo el juego. Hay una intención crítica en al enfrentarnos a una realidad que nos atraviesa y que sin embargo no alcanzamos a comprender. Reconocer esa intención permite acercarnos a una dimensión personal del artista y es uno de los atractivos de esta exposición.

Hay Otros 

En una de sus pinturas un personaje se encuentra dramáticamente expuesto a su vulnerabilidad (¿física o psíquica?) representada por una enorme mosca posada sobre su cabeza. En otras la referencia humana surge, paradójicamente, de su ausencia: los peces en patética metáforas de soledad y encierro, una mosca y un pez que aluden a una curiosa convivencia. Un hombre con la única compañía de un pez y por fin una pareja en actitud amorosa nos ofrecen un remanso de paz, armonía y esperanza. Si uno de los modos de juzgar la calidad de la visión de un artista consiste en lograr alterar la visión del espectador frente a su trabajo, podríamos decir que estamos ante una obra que logró su cometido. Los dibujos de Bonta testimonian los  intereses variados del artista. Acercan al espectador a apuntes inmediatos, a proyectos, a momentos de elaboración, a instancias diversas del proceso creativo y a aspectos íntimos y espontáneos. Organiza (?) las formas como elementos significativos, pero estas no se dejan atrapar en un orden significante sobre la superficie del papel. Líneas ligeras o penetrantes, vibrantes o contenidas, apelan a la presencia de personajes, objetos, fragmentos anatómicos que se nos presentan en un no espacio, en escalas y perspectivas arbitrarias.

BONTA sobrepasa toda referencia, no únicamente respecto a lo natural, sino también a la más simple realidad cotidiana, salvo por algunos más simbólicos que documentales.

Cada obra tiene su enigma. Bonta es el visionario de este espacio interior profundo. Todo su trabajo amenizaría un largo examen, igual que se examina un sueño, ya que allí se encuentra mucho de su inconsciente y de su instinto. No obstante la contemplación puede realizarse prescindiendo de datos, disfrutando de la obra por su sola presencia.

El verdadero encanto tiene una esencia frágil. Es tan raro como un lanzamiento de pelota perfecto. En apariencia surge sin esfuerzo en forma espontánea, casi despreocupadamente…

MARTHA NOGUEIRA